Apliques de pared o plafones, de formas suaves y orgánicas, formas que pueden evolucionar con el tiempo, vivas como ramas en movimiento dinámico. Cobran vida con el tiempo, se transforman en esculturas, lienzos cambiantes. En la pared, danzan en armonía, se superponen, se ensamblan infinitamente. Un ingenioso sistema las mantiene suspendidas, libres, ligeras y siempre inesperadas. Una única fuente, su brillo emerge, iluminando el espacio con un gesto exquisito. Así, la luz se convierte en una obra de arte, un poema vivo envuelto en sombras.