Bajo un cielo estrellado, criaturas fantásticas cobran vida, transformándose en objetos luminosos.
Estas esculturas de otro mundo parecen destinadas a conversar con el infinito celestial.
Oasi, el guardián de la luz, se alza con gracia, combinando una base de acero inoxidable realzada
con un cálido recubrimiento en polvo que le confiere un acabado delicado y vibrante, y cristal
de Murano, soplado artesanalmente para revelar reflejos mágicos a través de su transparencia.