Miguel Milá supo dominar la expresividad del acero dotándole de un corazón frágil. Fuerza y emoción, ángulo y curva. Como un desafío entre lo firme y lo delicado, se presenta con o sin asa, en tal caso realizada en piel, cuya suavidad contrasta con la acertada severidad de las pletinas que sujetan suavemente el delicado globo de opalina.